jueves, 28 de mayo de 2015

Dios perdona tus Pecados

Juan 6:37  (RVR1960)
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Salmo 103: 12-14  (RVR1960)
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra condición;
Se acuerda de que somos polvo.
A veces los creyentes regiamente estropean sus vidas a través de un fallo u otro, y en la vergüenza, confusión y desconcierto se preguntan si Dios tiene alguna misericordia mas para ellos.
Se acercan a Dios y de una forma en que un estudiante se acercaría a un maestro que es difícil y no le gusta particularmente a el, huyendo de la Palabra y la oración sin confianza (como pasar una nota debajo de la puerta del maestro y salir corriendo sin arriesgar una confrontación con el profesor). Su caminar se convierte en caminar de monotonía, por una continua sensación de condena y la futilidad.
Lo siguiente de 1 Samuel 12 debe servir para animar a cualquier persona que se encuentre en esta condición. No deje que sus fracasos le desalienten al punto en el que corre lejos de Dios. Él nunca despreciará un corazón que le busca. Él es mucho más tolerante de lo que somos nosotros, y Él ya conocía lo peor de ti cuando le invitó a venir y seguirlo.
Así que tome su corazón, hermanos y hermanas. Si te caes, no importa cuánto pueda odiarse a si mismo, levantase, y vuelva al Señor, apoye su mano en la franja del vestido de Dios, y siga sus pasos:
1 Samuel 12: 20-24  (RVR1960)
20 Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón.
21 No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.
22 Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.
23 Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.
24 Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.




Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo. ¡Está ansioso de perdonar nuestros pecados!2 Pedro 3:9 nos dice que Dios es, “...paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Dios desea perdonarnos, de manera que ha hecho provisión para nuestro perdón.

El único castigo justo por nuestros pecados es la muerte. La primera parte deRomanos 6:23declara, “Porque la paga del pecado es muerte...” La muerte eterna es lo que hemos ganado por nuestros pecados. Dios, en Su plan perfecto, se hizo hombre, en la persona de Jesucristo (Juan 1:1,14). Jesús murió en la cruz, llevando la penalidad que merecíamos – la muerte.2 Corintios 5:21nos enseña, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¡Jesús murió en la cruz, llevando el castigo que merecíamos! Siendo Dios, la muerte de Jesús proveyó el perdón por los pecados del mundo entero.1 Juan 2:2proclama, “El es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Jesús resucitó, proclamando Su victoria sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 15:1-28). Gloria a Dios, que a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, la segunda parte deRomanos 6:23es verdad, “...mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¿Quiere usted tener sus pecados perdonados? ¿Tiene un persistente sentido de culpa que no parece desaparecer? El perdón de sus pecados está disponible si usted pone su fe en Jesucristo como su Salvador.Efesios 1:7dice, “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” Jesús pagó la deuda por nosotros para que pudiéramos ser perdonados. Todo lo que usted tiene que hacer es pedirle a Dios que le perdone a través de Jesús. Si usted cree que Jesús murió para pagar por su perdón entonces ¡El lo perdonará!Juan 3:16-17contienen este maravilloso mensaje, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”

martes, 19 de mayo de 2015

¡Jesús le avisó a su novia que estuviera vigilando por su pronto regreso!

Jesús dice en Mateo 24:
“Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:44).
Esta es la segunda característica de la novia de Cristo: ¡una expectativa por su pronto regreso! La novia de Jesús debe vivir en una continua expectación de gozo por regreso inminente de su Amado – porque él puede llegar en cualquier momento.
Jesús advirtió, sin embargo, que en los últimos días ministros malos infiltrarían la iglesia con la intención de adormecer la novia. Ellos tratarán de quitar su corazón de amor por su novio declarando: "'Mi señor tarda en venir'” (versículo 48).
Este evangelio es predicado por hombres que no quieren pagar el precio de obedecer los mandatos de Cristo. Tienen hábitos pecaminosos y llevan doble vidas – así que naturalmente ellos no quieren que Jesús regrese. Por lo tanto, han inventado una doctrina para justificar continuar en pecado.
Un simpatizante del evangelio de dominio ha dicho: “No existe posibilidad que Jesús regrese por unos 30,000 años. Nos va a tomar todo ese tiempo para ganar control de la tierra de los malvados. Sólo cuando hayamos conquistado y arreglado al mundo, podremos traer al Rey Jesús de regreso.”
No sé de donde sacaron la cifra de 30,000 años. Pero eso es tan malo como el hombre que dijo que Jesús regresaba en septiembre de 1994.
No, ¡ambos están equivocados! La Biblia dice que aquellos que declaran que Jesús retrasa su venida son “siervos malos”: “Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir" (mismo versículo).
¿Cuál es el resultado de esta falsa enseñanza? Primero, termina en la muerte de todo amor – el apagar de cualquier motivación hacia una vida santa, de cualquier pasión por Jesús. También termina en lo que Jesús llama “golpear a sus consiervos” (versículo 49). Los que apoyan esta doctrina usualmente terminan en debates acalorados y de mal espíritu – peleando con otros teólogos, riñendo y gritándose.
Algunos cristianos comprometidos dicen: “¿Por qué debo vivir con la expectativa de su regreso, si voy a tener una muerte normal? Puedo vivir la vida – bebiendo, fumando, maldiciendo, parrandeando. Y como el ladrón en la cruz, puedo clamar antes de morir: ‘Señor, ¡ten misericordia!’”
¡Amados, no hagan caso a este
lo veo venir
doctrina de tardanza! Si eres parte de la novia de Jesús, estarás tan enfermo de amor por tu Señor que no dejarás que te convenzan. Al contrario, gritarás: “No escucharé tal maldad. Mi Señor dijo que debo estar preparado en cualquier momento para su regreso. Yo sé que él está cerca – y yo puedo sentirlo. Mi corazón clama dentro de mí, ‘Mira, el Novio viene.‘ ¿Por qué debo creer una doctrina tan necia como ésta?”

lunes, 11 de mayo de 2015

EL AMOR AL ARREPENTIMIENTO ES EL ODIO AL PECADO

El Señor ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón”. (Lucas 1, 50-51)
Si mirando al cielo, abandonamos la soberbia y somos capaces de decir: “Siento una gran pena por haber hecho algunas cosas malas, y por haber dejado de hacer algunas cosas buenas; no dejo se arrepentirme de todos mis pecados y mis faltas, desde las más insignificantes y por supuesto, las más grandes; hace mucho que deseo cumplir el compromiso de no hacer algo que ofenda al hombre, porque todo lo que es faltar a los hombres, también es faltar a Dios; hace tiempo que he querido cambiar, y para esto, es necesario mi arrepentimiento y de corazón, estoy muy arrepentido y siento dolor en el alma, por haber pecado”, estamos confiando en la misericordia divina, con la confianza de Jesús, que le dijo al paralitico; “Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados” (Lucas 5,20)
El hijo que regresa arrepentido, parábola del hijo prodigo; “Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti” (Lucas 15,18), es una gran ejemplo de la confianza en la misericordia del Padre. El arrepentirse requiere transformación y exige un cambio de actitud, además es una experiencia necesaria para llegar a conocer a Jesucristo, en otras palabras quien no se arrepiente, por mucho que intente conocerle, no lo podrá conocer ni podrá ir al Reino de los Cielos. Jesús dijo "¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.  (Mateo 4,17).
El no arrepentirse, es vivir esclavizado en la mentira, y ser esclavo es carecer de libertad, y Dios nos quiere libres y para ser libre, debemos ser consecuentes con la Palabra del Señor, que;  “decía pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: Si se mantienen en mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos, y conocerán la verdad y la verdad les hará libres”.  (Juan 8, 31-32). Jesús, nos otorga la gracia de liberarnos de la esclavitud del pecado, para eso debemos comenzar por el arrepentimiento, es así como Jesús respondió a los judíos: “En verdad, en verdad les digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Sí, pues, el Hijo les da la libertad, serán realmente libres”. (Juan (SBJ) 8, 34-36) Es así, como el arrepentimiento es el camino hacia la libertad. Es Palabra del Señor.
El amor al arrepentimiento, es el odio al pecado, este tipo de odio, es un sentimiento de rechazo y antipatía que nos podemos permitir. El arrepentimiento es el primer paso al camino con el encuentro con el Señor. El arrepentimiento es reconciliarse con Dios, es desear vivir para Dios.
Reflexionando sobre el abatimiento que produce vivir en pecado, me hace tener la convicción plena que todo el mundo necesita arrepentirse, ¿alguien se siente libre de culpas?, frente a esta pregunta que hizo el Señor, todos se retiraron y nadie fue capaz de condenar. (Cfr. Juan 8-3-10). Pero para reconocerse creyente, para ser honesto con Dios, debemos reconocernos como pecadores, y si decimos que no tenemos pecado ¿hasta qué punto estamos diciendo la verdad?. La sentencia del Evangelista San Juan, nos interpela duramente: “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros”. (1 Juan 1, 8) Confesar nuestras faltas, es buscar la amistad de Jesús, y es querer limpiarnos de nuestras impurezas: “Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia”. (1 Juan 1, 9). Por otra parte, no se puede predicar el Evangelio y vivir distinto a él, quien lo haga, finge cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene. Lo peor, es que no estamos siendo consecuentes con su Palabra: “Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros”. (1 Juan 1, 10). Es decir,  su Palabra no habita en nosotros, no conoce nuestro corazón.
Pero Jesús conoce bien los corazones arrepentidos de sus faltas. En cualquier etapa de nuestra vida que le mostremos a Jesus un corazón arrepentido, le daremos la oportunidad al Espíritu Santo para comenzar su obra, y nuestra vida comienza a cambiar.  El arrepentimiento es un cambio en la forma de pensar y ver las cosas, es un cambio en la mente y en el corazón.
Como cristianos, estamos llamados para dar testimonio de vida en nombre de Jesús. Pero nuestro testimonio debe incluir un estilo de vida que sea coherente entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que predicamos y lo que practicamos, si no es así, tenemos un nombre para nosotros, el mismo que Jesús le dijo a los fariseos, “Hipócritas”.
Luego que Jesús completo su experiencia de los cuarenta días en el Desierto, Comenzó a predicar y a decir: "¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.  (Mateo 4,17). Es así como los Evangelios llevan implícito el arrepentimiento. Si Jesús nos pide esto, ¿Por qué nos debe avergonzar que sea necesario arrepentirnos? En efecto, si amamos los evangelios, entonces amamos arrepentirnos.
Juan Bautista, predicaba, “Den, pues, fruto digno de conversión”,  (Mateo 3,8), entonces el arrepentimiento del Evangelio verdadero, tiene que ser acompañado por sus frutos. Jesús nos dice “Por sus frutos los conocerán”. (Mateo 7,16), y así también luego nos agrega “Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.” (Mateo 7,17). En otras palabras, si confesamos creer en los Evangelios, no olvidemos que Jesús nos dice, esa misma sentencia que repetimos el miércoles de ceniza;  "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértete y cree en el Evangelio”. (Marcos 1,15) Es así, como Jesús nos predica un evangelio que invita al arrepentimiento.
Por tanto, todo aquel que quiera predicar los evangelios, tiene que pasar por el arrepentimiento y si cae en falta, volver a experimentarlo, porque estaremos enseñando un mensaje para el arrepentimiento de todos los hombres, y debemos mostrar que somos creíbles. Hoy conocemos bien cuáles son nuestras faltas, tenemos mayor facilidad para conocer lo que nos corresponde. Se nos ha educado y enseñado y no podemos alegar ignorancia. San Pablo, se estaba dirigiendo al pueblo de Atenas, Grecia y les estaba explicando el Evangelio de Jesucristo, en ese instante reconoce la ignorancia de quienes le están escuchando y les dice; “Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben arrepentirse” (Hechos 17,30).
Jesús, llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. (Marcos 6,7) Y, yéndose de allí, predicaron que se arrepintiese (convirtieran); (Marcos 6,12). Para llevar a delante esta gran misión, tenemos que ser consecuente con el Evangelio, lejos de toda hipocresía y cercano a toda la verdad, para honrar a Jesus resucitado, quien nos dijo: “Estas son aquellas palabras mías que les hablé cuando todavía estaba con ustedes: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí. Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión (el arrepentimiento) para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.  (Lucas 24, 44-47)
Y los Apóstoles, fueron leales a lo pedido por Jesús, y les predicaba así a sus hermanos: “Ya sé yo, hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero Dios dio cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería. Arrepiéntanse, pues, y conviértanse, para que sus pecados sean borrados” (Hechos 3, 17-19). Pedro le  está indicando a sus hermanos, cual es primer paso para liberarnos del pecado, primero debemos arrepentirnos, esa es, condición necesaria para que nuestros pecados sean borrados. En otra ocasión Pedro, animando a sus hermanos les dice: “No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con ustedes, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen al arrepentimiento (la conversión). (2 Pedro 3,9). Esta es la voluntad de Dios, esto es lo que quiere Dios de nosotros, porque Él sabe que es lo mejor para nuestra vida. Porque el Señor es Justo, compasivo y misericordioso, no nos cabe ninguna duda.
Dios nos quiere arrepentidos, porque él quiere que sus hijos se salven. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.  (1 Timoteo 2, 3-4). La misericordia de Dios es asombrosa y es para todos los hombres, sin discriminación. El mismo Pedro quedo sorprendido, así lo comenta; “Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios? Al oír esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: Así pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión (el arrepentimiento) que lleva a la vida.  (Hechos 11, 17-18)
Reconozcamos que a pesar de muchos esfuerzos, nos tentamos en caer en el pecado. Admitamos que aunque reconocemos el llamado a vivir bajo las enseñanzas de los evangelios, le desobedecemos, aceptar esto de corazón, será agradable a Dios, y El Será misericordioso con nosotros, expresión total de bondad, El será amable con nosotros, y nos guiara amorosamente al arrepentimiento. La voluntad de Dios, es salvarnos, para ello debemos arrepentirnos.
Jesús nos predicó el arrepentimiento en todas partes. Del mismo modo sano a muchos. Muchos se acercaron Jesús y fueron sanados. Cuando nos sentimos enfermos, muy rápidamente le pedimos a Jesús que nos sane, pero cuando se hace necesario pedir el arrepentimiento, vamos lentos. En otras palabras; ¿Por qué somos tan rápidos para pedirle a Jesús y tan lentos para darle?
Cuando el Señor nos pide el arrepentimiento, lo hace para salvarnos, para que podamos ser libres, para que glorifiquemos su nombre. El pecado tiene sus penas y el arrepentimiento sus alegrías. En efecto, el pecado es aflicción y dolor en el alma, el arrepentimiento es gozo. Pablo nos dice; “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. (2 Corintios 9, 7-8) y También Pablo expone a los Corintios: “Ahora me alegro. No por haberlos entristecido, sino porque aquella tristeza les movió al arrepentimiento. Pues ustedes se entristecieron según Dios, de manera que de nuestra parte no han sufrido perjuicio alguno. En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; (2 Corintios 7, 9-10) El Beneficio fue producido por el arrepentimiento, la salvación y liberación del mal. Con todo, Dios no quiere que sintamos pena y lástima por nuestra propia desgracia.  En lugar de eso quiere bendecirnos y recompensarnos cuando le respondemos por medio del arrepentimiento, si lo hacemos seremos liberados y entraremos en el gozo de nuestra salvación.

EL ODIO AL PECADO

Aceptemos este llamado del Señor, él sabe que luchamos para arrepentirnos, él nos ayudara con su gracia. El arrepentimiento es una decisión de que tenemos fe en la salvación que nos trajo Jesús, de confianza en la Misericordia de Dios. ¿El Beneficio de arrepentirse?, la vida eterna, el acceso al Reino de los Cielos.

lunes, 4 de mayo de 2015

El Amor de Cristo por la Iglesia

Una de las ilustaciones usadas por el Apóstol Pablo para simbolizar a Cristo y su iglesia es la de un marido y su mujer. En este símbolo, el marido está representado por Cristo, y la mujer está ilustrada por la iglesia. Este cuadro es semejante a la ilustración usada por el Apóstol Juan en el cual él habla de la iglesia como una “novia.” —Véase Apoc. 19:7; 21:2,9
Hay muchas lecciones contenidas en el uso de Pablo de un marido y una mujer como símbolos de Cristo y la iglesia. Él dice que la iglesia, como la desposada de Cristo, debe “sujetarse… al Señor… así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo.” (Ef. 5:22-24) Aunque estas palabras no necesariamente puedan aplicarse al arreglo de matrimonio humano imperfecto de hoy, de hecho, ellas ilustran apropiadamente la relación que debería existir entre la iglesia y su novio, Cristo. Cristo ha destacado un ejemplo perfecto en cada respecto a su futura novia. Por lo tanto, no es sólo apropiado, sino necesario, que su novia, la iglesia, se someta a su guía y dirección.
El Versículo Clave de nuestra lección indica otro elemento importante de la “sujeción” de la iglesia a Cristo. La sujeción de “uno al otro” nos recuerda que esta clase de novia está compuesta de muchos miembros, y cada uno tiene una responsabilidad uno con el otro. La frase “someterse” realmente significa “arreglarse,” como sigue el versículo, “en el temor [o reverencia] de Dios.” Esto significa que la relación entre los co-miembros de la novia de Cristo debería ser tal que, juntos, ellos mutuamente se someten a su novio, Jesús, con una actitud de reverencia hacia Dios.
Otro aspecto importante de la ilustración de Pablo de un marido y una mujer es el amor mutuo y profundo que existe entre ellos. Él dice, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres… como también Cristo a la iglesia. (vss. 25-29) Aunque las palabras de Pablo acentúen el amor de Cristo por su iglesia, nos damos cuenta de que es necesario que la iglesia devuelva aquel amor a Cristo. Esto se hace, como notado antes, al someterse a él y a su voluntad, y al seguir tan estrechamente como posible los pasos de su ejemplo perfecto.
Una de las características hermosas de un matrimonio exitoso es la unidad de propósito que existe entre un marido y su mujer. Pablo lo describe de esta manera, diciendo, “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” (vs. 31) Ellos son “una carne” en que comparten el mismo amor, los mismos objetivos, y los mismos propósitos en la vida. Traduciendo este pensamiento al matrimonio de Cristo y la iglesia, Pablo dice: “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos… Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.” (vss. 30,32) Este “misterio” es el maravilloso privilegio que se ha dado a la iglesia para hacerse “uno” con Cristo como su novia y miembros de su cuerpo.
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